3 de agosto de 2011

PESTE

AUTORA: MARY ISABEL FLECHAS

Como cada noche  el brillo de sus alas  fulguraba imponente mirando de cara  a  la luna, contrastaba con la mirada agobiante de la pequeña presa que cenaba, a estas alturas no era excitante como en sus días de pichón, el teñir de sangre  tibia, roja y brillante el verde del prado, para su alma fría era solo un acto solemne para vivir un día  más en aquella constante lucha de supervivencia.  

Una noche  de esas  hallase el águila  frente a  una rata  de aspecto delgaducho, sin brillo en su mirada y ante el rostro   frio de la muerte exclamo con  llanto en los ojos: cómeme y acaba de un vez con mi sufrida vida, ante tal petición y siendo la primera vez que alguna comida le dijese: le pregunto: acaso estáis loca?

La mayoría de tus congéneres me rogaría de rodillas que no las comiese, que les perdonase la vida. 

Y ella  dijo; quizás, pero de donde vengo locura es preferible que  ver los cuerpos pálidos, flacuchos, y somnolientos de mi familia caer al lado y lado de las casas de los humano,  y tras algunos días donde la locura parece una pequeña medicina viene el desenlace  la hediondez invade cada rincón de madrigueras, casas, no hay lugar donde esconderse hasta el aire parece susurrar la muerte al oído. 

El águila de repente sintió que un extraño escozor recorría su piel y  por un instante  conoció el miedo.

Por ello he  venido a morir  a este valle donde al menos mi  fin será de otra forma, ante tal declaración  el águila soltase rápidamente  a su presa y con repudio, y temor  alzo  el vuelo  no si antes pensar que quizás en su ser yacía dormido la hediondez de  la plaga que hacía meses cubría las campiñas de las casas de los humanos,  y que tal vez por jugarretas del destino la muerte se le  presentaba en aquella forma  tan poderosa pero sin la ostentosa forma que siempre había concebido.

Mientras tanto  la rata caminaba con una mirada perdida  hacia el fondo del lago  pensando en lo afortunada que se hubiese considerado en otra época mientras en cielo colocabanse nubarrones que anunciaban que la plaga esa noche se había extendido gracias al brillo de aquellas alas que surcaban en pos de un lecho 

No hay comentarios:

Publicar un comentario